Nunca antes he visto esa
expresión de ira en los ojos de Víctor. Parecen dos grandes cuchillos de hielo
que quieren atravesarme. Está rabioso. Se está conteniendo para no saltar hacia
mí.
—¿Cómo has dicho?
—Fue solo un desliz. Pero siento
que tenía que decírtelo.
Hacía semanas que estaba muy
triste por la muerte de León. Aún no había logrado asimilarlo. Y Víctor me
había preguntado en varias ocasiones por qué me afectaba tanto si ya no nos
veíamos. Si ya apenas hablábamos. Al final la culpa había hecho mella en mí y había
confesado que, antes de dejar de vernos, León y yo habíamos pasado varias noches
juntos.
—¿Me has estado engañando?
—preguntó, acercándose peligrosamente a mí. Ambos estábamos de pie, en la
cocina— ¡Responde!
—Víctor… Por favor.
—He dicho que me respondas.
Me empuja con fuerza contra la
pared de la cocina y me toma por los hombros. Sus ojos están clavados en los
míos. Está sudando y tiene la mandíbula apretada. Sus dedos se hunden en mi
piel. Me hace daño.
—¿Cuántas veces me has engañado? ¿Cuánto
tiempo?
Tengo la mente en blanco. Jamás
pensé que Víctor podría comportarse así. Él es dulce y bueno. Él nunca me haría
daño. Quiere lo mejor para mí.
—¡Que contestes, zorra!
Golpea con el puño la pared, a
dos palmos de mi rostro y yo grito. Comienzo a llorar a causa del miedo. Sus
mejillas están encendidas. Su expresión me aterra. Quiero que me suelte.
Momentáneamente me recuerda a la
expresión que veía en los ojos de mi padre cuando amenazaba a mi madre. Pero ese
recuerdo desaparece. Su rostro se dulcifica. Desfrunce el ceño y me mira con
ternura. Me abraza y me besa la frente. Comienza a llorar. Le tiemblan las
manos. Sus nudillos están ensangrentados.
—Lo siento. No quería decir eso. Perdóname.
No quería llamarte así. Sabes que jamás te habría llamado así si no hubieras
hecho algo tan horrible. ¿Verdad?
Yo asiento, aún en shock. Sé que
me lo he merecido. Él no es así. No tendría que haberlo sido si yo no le
hubiera traicionado. Toda la culpa es mía. Debería haberme apartado de León
como él me dijo. Debería haber apartado la tentación desde el principio. León
era una mala influencia para mí y él lo sabía. Por eso me había pedido que lo
dejara a un lado. Víctor sabía qué era lo mejor para mí.
—Ya no volveré a verlo. No
volveré a mandarle mensajes. Te prometo que no volverá a pasar, Víctor. Por
favor, no te pongas así.
Nos abrazamos. Ambos hemos obrado
mal, pero no importa. Nos queremos. Nos entendemos. Y podemos con todo. Con lo
que sea.
Nuestro amor es fuerte. Nosotros
lo somos todo.
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