lunes, 28 de octubre de 2019

Tristeza


Víctor me mira desde el sofá. No me comprende. No entiende el dolor que estoy sintiendo, por mucho que lo intente. Siempre me dice que tengo que dejar de llorar de una vez. Que León no era una persona tan importante. Que solo era un drogadicto que me había metido en un mundo horrible del que, por suerte, había salido. Y sin embargo, yo siento en lo más profundo de mi corazón una tristeza enorme. Era mi único amigo, mi mejor amigo, una persona que me quería con locura y me lo había demostrado muchísimas veces. Y yo lo abandoné cuando más me necesitaba.
—Si en vez de ese zarrapastroso hubiera muerto yo, no llorarías tanto —dice, algo rabioso.
—Sabes que no es verdad.
Se encoge de hombros y sigue viendo la televisión. Hace unos cuantos días que es muy frío conmigo. Está enfadado. Dice que le doy demasiada importancia a algo que no lo tiene. Quizás sea demasiado dramática. Quizás tenga razón. Siempre la tiene.
—Parece que lo quieres más que a mí, Julia.
—Os quiero igual a los dos. O al menos os quería igual.
Los ojos de Víctor me acuchillan. No debería haberle dicho eso. León no era bueno para mí y no debía quererle. No debía tener sentimientos por él. Y acababa de ponerlos al mismo nivel. Acababa de insultar a Víctor.
—¡No quería decir eso! —exclamo, pero ya es tarde.
Víctor se ha levantado y se acerca hacia mí con las manos metidas en los bolsillos. Parece triste, pero algo me dice que no lo está. Más bien está decepcionado. Estoy segura de que pensaba que lo quería por encima de todas las cosas. Al menos es lo que él se merece. Que lo quiera por encima de todas las cosas, pero no es así. Por mucho que lo he intentado.
—Me voy a dar un paseo.
—Perdóname, Víctor. No quería decir eso.
Intento coger su mano, pero él se escabulle. No quiere tocarme. No quiere mirarme a los ojos. Y eso que aún no sabe toda la verdad. Aún no sabe que León y yo hemos estado juntos y que nos veíamos a pesar de que él no quería.
—¿Cómo puedo demostrarte que te quiero más a ti que a él? —pregunto.
Se detiene. Aún no ha abierto la puerta.
—¿No se te ocurre ninguna manera?
Niego con la cabeza. Creo que ya se lo he demostrado muchas veces, pero nunca es suficiente. Con él parece que nunca es suficiente.
Se gira. Viene hacia mí. Me coge de la cintura y de la barbilla. Y me besa. Cree que mi intimidad no ha sido explorada por León, pero se equivoca. Aún así, no me importa. Quiero que se sienta especial. Que sepa que es especial para mí.
Nos dirigimos a la habitación. Estoy triste y no me apetece, pero da igual. Todo sea para evitar que Víctor se enfade conmigo.

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